viernes, 2 de noviembre de 2012

Fashion victim.


Buenos Días, Hoy me gustaría plantear un pequeño tema de discusión que ya propuse en la revista digital ESHOB, con un pequeño articulo, que creció en mi mente cual champiñon. y que en 2011 me dio pie para completar unas pocas lineas.

Os dejo el articulo, y os invito a comentarlo, creo que es un tema que puede dar mucho de sí tanto en gastronomía como en muchas otras disciplinas.

Una mañana de enero de 2011 paseando por “The Brandery”, una de las ferias de moda de Barcelona, me tope de bruces con la sección que dieron en llamar “fashion living”. Consistía en una serie de productos y objetos cotidianos, a los que se les aplicaban el diseño por estética o estilo. Tenemos desde un vodka de Roberto Caballi, a la funda de un “Joselito” de Rafael moreno, o una serie de licores de David Delfín para Somosierra. Esto me hizo reflexionar.
Tuve la oportunidad de probar una sidra espumosa, cuya única virtud era que poseía  algunas partículas de oro flotando de forma irregular, dejaba mucho que desear. No recuerdo la marca, y me pesa. Por una parte no llego a entender cómo el resto del grupo al que acompañaba, pues no iba solo, elogiaban sus cualidades. Si, apenas tenía acidez, la burbuja era como la de la gaseosa, y poseía un regusto, no sé si a moho, a una mala fermentación o algo por el estilo, la verdad es que no me gustó. Además si a la hora de comprar un producto, solamente nos fijamos en el aspecto exterior, ¿llegaremos a una pérdida total de la calidad Organoleptica del producto?
Entonces, el diseño es un arma de doble filo: nos beneficia para poder competir respecto a productos de similares características, calidades, etc. Y al mismo tiempo nos puede herir de muerte, si esto nos hace olvidar los estándares de  calidad de nuestros productos. Debemos ser exigentes tanto en la forma como en el fondo, hasta cierto punto esa es la causa de que la sociedad capitalista se esté viniendo a pique, somos cada vez menos exigentes con las calidades y cualidades de los productos que consumimos a cambio de comprar más y siempre más. Nos preocupamos de tener en abundancia y nos olvidamos de tener lo mejor.
“¿Es esto, la muestra de, que el sistema capitalista tiene a los consumidores, totalmente desamparados?”,  los que fabrican cada vez deberían ser más exigentes con sus productos, y nosotros, que no fabricamos productos, si no experiencias de sabor, aroma o felicidad, también hemos de serlo, no por vender más, sino por vender mejor.
Desde el punto de vista del diseño podemos conseguir una espectacular campaña de márqueting y bastante publicidad como para aumentar las ventas, pero es imprescindible mantener las calidades. No nos convirtamos en “fashion victims”.

Muchas gracias,
El Gastronauta.

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